La fe es don de Dios. Ella es el resplandor de su Amor al mundo, que cubre y abarca gratuitamente la vida y la existencia del hombre. La fe es gracia desbordante que no se puede calcular, ya que sorprende infinitamente el interior palpitante de la persona humana. Por tanto, la fe abraza y enriquece la cotidianidad y el destino del hombre, es el faro luminoso que orienta, sostiene y esclarece la respuesta que cada día a día le damos Dios.
"La fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre" (Lumen Fidei 8).
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